27/12/08

Navidad (en lo de la nona).


Si hay magia en ver un súper clásico, ensanguchado entre los más sudorosos barras bravas, y recibir con cariño sus efusivos abrazos. Si hay felicidad en veranear en playas tan atestadas de gente, que por saltar una ola terminamos a cococho de alguna señora; podemos decir que algo tiene de felicidad y magia el hacinamiento, y eso es lo que tiene una navidad en la casa de la nona.


Comencé con la hipótesis, y antes de presentar el trabajo de campo voy a describir algunas características del terreno:


Existe un acuerdo tácito en que el caos generado se controla únicamente con esa sobredosis de buena onda que, no sólo mi abuela, sino el resto de la familia ofrecen, y de la cual todos los invitados deben participar.


Este ideal se sustenta con una política básica: quien llega, algo trae y algo se lleva.

Entendiendo “algo” como una torta de merengue con dulce de leche, un paquete de garrapiñada, o simplemente la buena onda obligatoria.


Para evitar el despojo de comida, al llegar de misa y antes de comenzar el estudio, detecté los platos más tentadores, me apoderé de ellos (omitiendo quejas de algunos) y busqué un buen ángulo de observación. A continuación el trabajo de campo:


La entrada. (10.30hs)


Una continuidad de timbres son testigos de una casa que comienza a llenarse con alrededor de cinco o siete familias completas, incluidos los novios/as de algunos de mis primos del medio.

Los invitados advierten que después de doce, otros primos, otros vecinos, otros amigos, también con sus familias se darán una vueltita para saludar.


La heladera (11.30/ 11.50hs)


Es incomprensible cómo estando todas las sillas (de varios tablones) ocupadas, sea posible que en la cocina se genere semejante revuelta. Idas y venidas con manos rebalsadas de bebidas y ensaladas. Jamás vi entrar y salir tantas cabezas de la heladera.

He aquí algo interesante:

Tío A (desde la otra punta) vocifera que le pasen la gaseosa que, cuando llegó, oportunamente puso en el congelador. Tío C tiene esa misma gaseosa, ya media vacía, en la puerta de calle; se la toma mientras tira petardos con los primos D, E y F.

Tío A se venga de B morfándose con su esposa X e hija L toda la ensalada de frutas que B había aportado.


Alarmas (11/12hs)


Salvo algunos celulares cordobeses que anuncian las 12 una hora antes, el resto de los relojes de la zona, se encargarán de fastidiar con falsos anuncios durante media hora a todos los invitados, hasta que pariente gritón W, no lo soporta y reclama a viva voz un brindis, siete minutos antes.


Apertura de los regalos (12/12.02hs)


Todos somos Papás Noel de quien un mes antes, nos fue sorteado. Este comunismo ilimitado trae consecuencias injustas:

Prima A recibe de su madrina K: un órgano electrónico, perfumes, colines, un par de medias y una cama para el agua.

Primo Y recibe de tío amarrete L: un porta CD… con el escudo de su equipo favorito.

¿Angustia, abandono, melancolía? Sea cual fuere lo que entristece a primo Y, tía piola V quiere consolarlo, y enumera las increíbles ventajas de tener un porta CD. En un momento, primo Y se harta de escucharla, y corre tras una manada de pares que lograron (no sin ingenio) fusionar una cañita silbadora con cinco rompe portones. Salen corriendo a la calle para probar la suerte de sus ojos.


Superenganchados (12.30hs)


Primo mayor J pone cumbia. Tía M apaga, pone los Auténticos Decadentes. Nona 1 apaga, (con ayuda de nieto O) pone folklore italiano. Baila Renato Carossone, hasta que asusta a todo el mundo por un dolor de espalda.


El brindis continuado (2hs)


Tío enólogo amateur A, descorcha sidra. Tío exquisito B, lo tilda de groncho, descorcha champagne. Tío C (ya borracho por el olor a las bebidas) culpa (siempre a los gritos) a los cordobeses por no traer fernet, y por no saber contar chistes.

Tía M prepara el mate.


(Investigador abandona el cuaderno para aceptar unos amargos que mezcla con las bebidas anteriores).


Los otros (2/6hs)


Sujeto sui generis X llega con su familia. Advirtiendo nuestra sorpresa, se adelanta diciendo que es posible que no se acuerden de él.

El resto valora su sinceridad, y apretándolo en un abrazo, lo desmienten con un “¡cómo nos vamos a olvidar de vos, viejo!”

Sujeto sui generis Q, posible novio (sensible por el amor navideño) busca reconquistar a su ex, la prima D. Ella, en iguales condiciones, corre a su encuentro, y alborotan a todos por la velocidad de sus manos.


Confesiones (hora incierta)


Con varios corchos por el piso, tío el desdentado G, con la sinceridad (ablandada a fuerza de copas) asegura que el peinado de tía la mayor Z se asemeja al corte del (ya finado) tío abuelo Q.

Los tíos I, J, K y papá1 avalan con carcajadas el parecido.


Conclusión.


La noche pasa en ese aparente descontrol, y en algún momento la navidad muestra su lado místico. Cuando ya no se ven sillas y mesas desordenadas por todo el patio, no se ven vasos desparramando gaseosa sobre el plato de pan dulce, es cuando estamos abstraídos del desorden y vemos ese grupo de gente que confía ciegamente en nosotros, nos valora en sobremanera, y nos apoya en cualquier locura que queramos emprender. Entonces uno trata de apoderarse de ese minuto, conservarlo, y sacarlo a flote cuando algo nos agobia. Porque se trata sólo de un minuto, hasta que tanta ternura incomoda a tío J que rompe el silencio volcando el agua que queda en los hielos por la espalda de tía N.

Y todo es descontrol, y todo es alegría.


La hipótesis queda confirmada. Si esa es la clave, durante el 2009 estaré esperando que juntes a tus seres queridos, no tan queridos, conocidos y/o desconocidos, para que me visiten y revivamos esa mística navideña del descontrol, de la alegría, el día que se nos antoje.

2 comentarios:

Manuelita dijo...

Si pudiera hacerte sentir sólo el 1% de la emoción y envidia que provoca leer tu disfrute, te sentirías triplemente orgulloso de valorar ese minuto salvavidas. Y con vos, todos los tuyos...orgullo merecido, sin duda.
Tuve muchos de esos instantes; ahora tengo otros más intensos, menos adornados quizás.

mm...si producciones. dijo...

¡¡Hola, Manus!! Encontré el comentario de casualidad ¡y fue linda sorpresa!
Realmente se disfrutan mucho esos días opositores a la rutina.

Manu, si algún día paseas por Cuyo, estarás obligada a formar parte del caos.

¡Un abrazo grande, amiga!