22/6/08

Todos tenemos un lado cursi.


El sentido de todas las cosas.

Un carpintero no sabe qué hacer con las maderas que le sobran. En un instante de lucidez decide elaborar una mesita, que durante años quedará olvidada en el rincón de un bar.

Una ama de casa, descubre que su hobby es hacer velas y candelabros. Le gusta saber que, el lugar que administra su marido, está decorado con sus artesanías.

Un rumano sube al barco dos cajones que transportan, hacia Argentina, repuestos para autos. Ni siquiera sospecha, que en unos años, terminarán siendo unos cómodos banquitos.

Una cubana, en una tienda de Miami, le vende a una turista argentina varias golosinas, entre ellas, una linda cajita de pastillas que luego se las regalará a su nieta.

La mesita / el par de banquitos/ el candelabro artesanal y la linda cajita de pastillas; sólo cobran razón de existir en el mundo cuando son testigos de una pareja, que en un beso espontáneo, intercambian amor.
S.M.

1 comentario:

Manuelita dijo...

Qué simple y hermosamente dicho.
Por eso, siempre hay que hacer las cosas como si fueran para uno: nadie sabe en qué manos terminará nuestra obra.
Besototes