3/2/09

Amor de verano.


N. del A.: La inspiración de estas líneas surgen de un amor platónico, entendiéndose como aquél que recibe más importancia espiritual que física. Por lo tanto si usted pretende encontrar fogosas narraciones eróticas, le recomiendo busque entre novelas japonesas.

Este verano, el amor entre sus múltiples formas, se presentó así:


Los Karaokes tienen altibajos, y en uno de esos bajos, le dieron permiso a un grupo de viajantes, para que hagan en el patio externo, sus acrobacias por monedas.


Aparecieron, con la banda sonora de Kusturika, cinco hermosísimas acróbatas. Hubo una en especial que me dejó todo el show, con una expresión de sorpresa indescriptible; como cuando vemos a una niña de tres años manejando cinco idiomas, o un mono fumando una pipa.


Jamás pensé que una chica –una mujer- pudiera llevar a su niña tan intacta, tan externa, tan palpable. Todas sus mortales, trompos, tumbos y verticales, parecían congelarse a mitad de camino, cuando dejaba flotando en el aire la sonrisa, que no era otra, sino de alguien que tenía el corazón incendiado de alegría. Esa noche, mi acróbata, se había impuesto la incendiaria tarea de quemar el pecho de cuanto espectador le preste un poco de atención.


Como en el lugar, a las tres de la mañana, yo era el único que no les gritó que se vayan y que pongan La Mona, como fui el único que aplaudió rabioso cuando saludaron al público; fui el único que estaba dispuesto a contagiarse de alegría… y fue toda para mí.


Cómo explicar las ganas de vivir que tenía al otro día. Caminaba por el camping descubriendo formas en las nubes; recordando que la noche anterior, me invitaron a no detenerme, a que siga jugando con mi yo-yo; a que siga escribiendo; haciendo artesanías; visitando, alegrando y contagiándome de gente linda –esquivando gente fea-; y sobre todo, mi acróbata me invitó a que no pierda la esperanza, de que se puede encontrar en el mundo (en un mísero segundo), la sonrisa que gobierne todos mis sentidos.


Caminé todo el día sin tener noción del tiempo ni espacio. Repentinamente descubrí que había caminado hasta el balneario (seis Km.), me había zambullido un par de veces en el río y me desperté sentado en una piedra jugando nuevamente con las nubes. Ésta vez encontré la figura de mi acróbata haciendo la vertical sobre una mano con las piernas abiertas.


De pronto, en un paneo general sobre la multitud, hubo un deja vu: me pareció verla.


Presto un poco de atención, la busco, trato de identificarla con menos purpurina, y la encuentro. A cinco metros, en una enorme piedra en medio del río, descubrí de a poco que estaba acompañada por el resto del circo.


No podía creerlo. No me podía estar pasando eso a mí. Yo estaba pensando alguna estrategia para conocerla esa noche, y de pronto los planes se me adelantan al punto de tener que improvisar algo con el riesgo de perderla por algún arrebato. La seguía con la mirada y no podía dejar de pensar, si irme y esperar hasta la noche; o si acercarme, pedirle unos mates y decirle cuánto me gusta. La sigo con la mirada y ahí va, tan hermosa como anoche, caminado entre las piedras con el gracioso paso de quien camina sobre la cuerda floja. Ahí va y se detiene. Se detiene frente a su compañero de circo, que con toda seguridad le cruza un brazo por la espalda, y le da el mismo beso que yo había soñado darle. Y entonces comprendo todo, y todo se desmorona.


La sorpresa fue grande, y ante ese desmoronamiento quedé sumergido en la mismísima nada.


Amagué a irme. Pero como dice Mafalda, no se trata de destruir y armar de nuevo, sino saber qué hacer con los pedazos. Y entendiendo así la situación, sin nada que perder, me acerqué al grupo, nos reconocimos, y después de unos mates, me hicieron parte.


Charlar con ellos fue lo más lúcido que hice en el verano. Durante los otros cuatro días, entre espectáculos, mates, cervezas y helados, fui partícipe de un Show espectacular (que aun continúa), y en el que, tanto a ellos como a mí, nos tocó el papel de ser simplemente, buenos amigos.


"...Después de conocer una mujer etérea,
¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?..."

(Oliverio Girondo, "No se me importa un pito...")

4 comentarios:

Unknown dijo...

Maestro, sencillamente espectacular, una experiencia única e increiblemente contada, hacia mucho no leia algo que me transmitiera tanta buena onda!!!! buenisimo, y con un final envidiable.

mm...si producciones. dijo...

¡¡Hola, Pablo!! Me alegra poder contagiar un poco de la alegría que me inyectaron esos personajes¡jeje!
Gracias por comentar.¡Un abrazo!

Manuelita dijo...

"Jamás pensé que una chica –una mujer- pudiera llevar a su niña tan intacta, tan externa, tan palpable. Todas sus mortales, trompos, tumbos y verticales, parecían congelarse a mitad de camino, cuando dejaba flotando en el aire la sonrisa, que no era otra, sino de alguien que tenía el corazón incendiado de alegría. Esa noche, mi acróbata, se había impuesto la incendiaria tarea de quemar el pecho de cuanto espectador le preste un poco de atención."

¡Me pareció perfecto este párrafo!, por lo literal, por lo simbólico. Definitivamente, me conmovió.
Besos

mm...si producciones. dijo...

¡Hola, Manuelita!
Queda demostrado que cuando las palabras son escritas con pasión, tienen mucho más valor.
Lamentablemente, a este blog sin género definido, le tocó ser el borrador de todas las ideas que se me crucen sobre la marcha, generando (como puede verse), una ensalada muy variada de palabras.
¡Me alegro que hayas pasado!
¡Un fuerte abrazo, querida!