23/2/09

Vecindario


Tomó uno de los cuchillos más grandes del negocio, y saltó el mostrador persiguiendo al perro de La Chola, que astutamente se adueñó de una tira de chorizos colorados. Ancho y de patas cortas, no es ningún zonzo y sabe que si no se apura, él terminará en el heladera del carnicero. Apresuró el paso, y casi de milagro escapó al machete refugiándose entre las polleras de su dueña, asomó el hocico y presenció el más ardiente cachetazo que alguien haya regalado. Y no porque persiga a su mascota fiel, con un machete afilado, sino porque las costillas que compró ayer -esas que eran puro hueso-, sin que La Chola se dé cuenta, el degenerado se las cobró dos veces.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A la salida, el carnicero temió por su integridad al ver que Chola, no estaba chola, sino con su pecho y sus chicos.

mm...si producciones. dijo...

jajja, ya se sabe que uno no debe confiarse, y hacerse el guapetón porque ande Chola...

Manuelita dijo...

jajajajja, como me gustan esos relatos que se leen con imágenes mentales...